10 octubre , 2025
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San Juan

El vóley femenino crece desde el interior con un campus formativo de alto nivel

Durante tres jornadas intensivas, 15 jugadoras de toda la provincia participaron de un campus formativo encabezado por Fernanda Pereyra y Candelaria Herrera, dos referentes del vóley argentino. La propuesta combinó entrenamientos técnicos y físicos en doble turno, y buscó acercar el alto rendimiento a jóvenes talentos del voleibol sanjuanino, en un contexto donde el desarrollo del deporte femenino aún enfrenta grandes desafíos.

Durante los días 9 al 11 de julio, se llevó adelante un campus de formación intensiva en jornada doble, destinado a jugadoras de vóley femenino federadas en la provincia de San Juan, que combinó la actividad física y técnica en dos sedes claves: el Gimnasio Gustavo Milla, en la ciudad de San Juan, y el Estadio Marcelo García, en el departamento de Pocito. Además, la Municipalidad de Pocito colaboró con la movilidad para el traslado de las jugadoras entre ambas locaciones, permitiendo el desarrollo pleno de esta propuesta que apuntó a la mejora deportiva y personal de las participantes.

El campus fue una iniciativa privada y completamente autogestionada por dos grandes referentes del vóley argentino: Fernanda Pereyra y Candelaria Herrera, quienes decidieron unir su experiencia nacional e internacional para brindar a las chicas sanjuaninas una oportunidad única de formación, entrenamiento específico y orientación profesional, todo desde una mirada personalizada.

Fernanda Pereyra, sanjuanina, olímpica en beach volley y actual asistente técnica de la selección argentina femenina de esa disciplina, fue quien impulsó la idea inicial, convocando a Candelaria Herrera para trabajar en conjunto. “Tenía muchas ganas de hacer algo con Cande, y la verdad es que logramos algo muy valioso. Que las chicas puedan vivenciar lo que hace un jugador de alto rendimiento es clave para despertar nuevas motivaciones”, expresó.

Para ambas jugadoras, el foco estuvo en ofrecer una experiencia distinta a lo habitual dentro de los clubes locales. “Sabemos que en San Juan hay muchos clubes, muchas niñas entrenando, pero pocos profesores, y eso complica el seguimiento individual. Acá buscamos todo lo contrario: atención personalizada, corrección técnica, escuchar una voz diferente. Todo eso suma”, remarcó Pereyra.

La realidad del vóley femenino en San Juan —y en muchas otras provincias— sigue enfrentando desafíos importantes: presupuestos ajustados, pocas competencias al año, escasa visibilidad mediática y limitadas oportunidades para las jugadoras que buscan proyectarse a nivel nacional o internacional. “Hay que jugar más, tener más volumen de partidos. Acá muchas veces pasa un mes y se juegan solo tres partidos, es muy poco”, advirtió.

Candelaria Herrera, central de la selección argentina y con vasta trayectoria en ligas internacionales, también destacó la necesidad de generar más espacios como este: “Cuando una jugadora empieza a mostrar potencial, necesita dónde desarrollarlo. No alcanza con ser buena. Hay que tener estructura, competencia y un entorno que la acompañe. Eso todavía está en deuda en muchos lugares del país”.

Herrera también destacó lo emocional que fue para ella volver a San Juan en este rol. “Volver a mi provincia, a donde todo empezó, y poder compartir desde otro lugar, es muy especial. Me emociona ver a las chicas con tanta ilusión, porque me veo reflejada en ellas. Cuando tenía su edad, soñaba con lo mismo, y aunque el camino fue duro, cada paso valió la pena. Si este campus sirve para que al menos una chica se anime a intentarlo con más fuerza, entonces ya cumplió su objetivo.”

En ese contexto, el campus tuvo un valor doble: por un lado, acercar a las jóvenes al entrenamiento de alto rendimiento; por otro, romper con la lógica centralista que muchas veces limita las oportunidades a lo que sucede únicamente en Buenos Aires o grandes ciudades. “Estar lejos no debería ser sinónimo de estar fuera”, coincidieron ambas referentes.

Para Candelaria, espacios como este campus son una bocanada de aire fresco. “Queremos que las chicas tengan más oportunidades, que se animen a soñar. Yo soy del interior, sé lo que cuesta, pero también sé que se puede. Que vean que hay un camino, que no todo pasa por Buenos Aires o por tener todo resuelto desde el principio. Si tienen pasión y herramientas, pueden llegar lejos. Nuestro objetivo es dejarles algo, mostrarles que no están solas y que hay muchas formas de crecer en este deporte.”

También hubo lugar para la reflexión sobre las desigualdades entre el vóley masculino y femenino, y el rol que tiene la familia en el desarrollo deportivo de las niñas. “No puede ser que cuando una chica se lleva una materia lo primero que se le quite sea el deporte. Hay que apoyar más. Yo misma viví situaciones en las que mis padres no podían costear los viajes para mi hermano y para mí. Hay que entender que el deporte es una herramienta de crecimiento”, enfatizó Pereyra.

Actualmente radicada en Mar del Plata, Fernanda forma parte del cuerpo técnico de la selección argentina de beach volley femenino, además de entrenar a menores y a equipos de indoor masculino. Aunque dejó la competencia internacional luego de los Juegos Panamericanos de Santiago, no se alejó del deporte: ahora transmite su pasión desde otro lugar.

En el mismo sentido, Candelaria Herrera sigue activa en la selección argentina de vóley indoor, y se mostró entusiasmada con este proyecto compartido. “Me parece hermoso poder devolver algo de lo que el vóley nos dio. La formación es la clave, y si podemos aportar desde la experiencia, mejor”.

Uno de los aspectos más comentados por Pereyra fue la falta de continuidad en el beach volley en San Juan, pese a contar con una de las mejores infraestructuras del país. “En la Granja (NdR: Centro de educación Física N° 20), en Santa Lucía, hay uno de los cajones de arena más grandes de Argentina y no hay menores entrenando. Si cada club pudiera armar aunque sea una pareja por categoría, se podría hacer una competencia mensual. Pero no hay interés, es difícil”, lamentó.

La entrenadora también recordó que, históricamente, Argentina siempre tuvo representación en Juegos Olímpicos en beach volley, desde Londres 2012 hasta Tokio 2020. “París fue la primera vez que no clasificamos. No por falta de talento, sino por falta de competencia y desarrollo. Es un proceso que lleva años. No se puede improvisar”, apuntó.

El panorama económico también fue parte del análisis. “Brasil tiene 300 millones de dólares de presupuesto para el alto rendimiento; Argentina, solo 14 millones. Y no es plata para el jugador, es para sostener toda la estructura: preparadores físicos, canchas, entrenadores, giras. Así es muy difícil competir en igualdad de condiciones”, explicó.

Pese a todo, Fernanda y Candelaria apuestan por el futuro. “Nos llena de orgullo que las chicas hayan confiado en nosotras, que se animen a salir de su zona de confort, que quieran aprender. Son generaciones distintas, con otros códigos, pero con muchas ganas. Ojalá este campus se pueda repetir cada año”, concluyeron.

Lasjugadoras que fueron parte del campus de intensificación:

Luciana Barrios, 15 años, Pocito, central u opuesta
Delfina Bayardi, 13 años, Universidad, armadora/opuesta
Lis Bravo, 15 años, Pocito, punta
Belen Castro, 15 años, Pocito, líbero
Luciana Castro, 15 años, Pocito, punta receptora
Laura Cortez, 14 años, UPCN punta receptora
Pilar Cortez, 14 años, UPCN, central u opuesta
Candela Duarte, 14 años, UPCN, punta o central
Martina Montivero, 14 años, UPCN, central
Elena Platero, 14 años, Universidad, armadora
Guadalupe Quiroga, 16 años, Pocito, armadora
Martina Segovia, 15 años, UVT, opuesta
Melina Tejada, 17 años, Central, Obras Sanitarias
Tatiana Tivani, 15 años, Pocito, central o punta
Selena Urquiza, 17 años, Belgrano, armadora

PH: ©Luis Guzmán

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